PATAPO: RELATOS DE UNA MANERA DE VIVIR; QUE EL TIEMPO NO DEBE OLVIDAR. (2) Juan Pedro Mora

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En nuestro PATAPO, La calle Real, La calle Salazar y la calle Centro Obrero, tenían entre sus proximidades, al llamado Pozo Plaza y unas cuántas tiendas – que quedaron como remanente del Mercado Viejo – que albergaban, no sólo a quienes nos surtían de todo lo necesario, para el consumo de nuestras familias sino también para el que compartamos e hiciéramos animadas nuestras conversaciones.

Baste mencionar la tienda de Don Manuel Bobadilla, una de las más surtidas, de esa calle – con el tiempo ampliada – hacia la calle Salazar. Allí encontrábamos, todos los chocolates, habidos y por haber, encabezados por el Chocolate triángulo de D’Onofrio y el inolvidable SORRENTO. Los Helados, encabezados por el PIBE y el sándwich de vainilla y chocolate.

Recuerdo la característica canasta de Huevos, que a la sazón era de fierro y de color verde, allí metía uno la mano para tomar los dos huevos que había comprado y Don Manuel, con su mirada atenta y sobe sus lentes para vigilar que tomaras sólo lo que habías comprado. Es memorable, también, el famoso “Es y no Es”. Licor preparado de manera artesanal por don Manuel, que consistía en Yonque (aguardiente) macerado en frutas secas. Recordar, nuestro paso por esta tienda y a Don Manuel, nos llena de nostalgia y tiene su validez.

 

Dos pasos más allá la famosa peluquería “La Tijera de Oro”; el Gordo y el Flaco, dos hermanos Pucaleños, que, en ese tiempo, recortaban el cabello a Patapeños de todas las edades. El Gordo de un silbar y una jocosidad impresionante y un flaco callado, normalmente serio y de gesto adusto, con quien pocos de nosotros pasábamos. Gorrearle el periódico a tijera o carcajearse con alguna de sus mozonadas era invariable.

Luego, la tienda del llamado “Sapo Vallejos”, ya, en nuestro tiempo, de capa caída y caracterizada por unas latas con el frente de vidrio en forma circular donde guardaba harina y productos secos.

Más allá la siempre visitada e inolvidable tienda de Don Rosendo Zuñiga, un hombre bien intencionado y realmente bueno, de sentimientos nobles, él nos albergaba y jamás se enojaba, Allí degustábamos los trancas con gaseosa o los famosos bizcochos con queso fresco y sacábamos cosas que él amablemente apuntaba en la lista para que, nuestros Padres, pagaran al llegar las quincenas, el tempo transcurrido en nuestra niñez allí, hoy deviene en inolvidable al tiempo que indescriptible, en un escrito como este.

Estar en la tienda de Don Rosendo era parte de lo cotidiano, personajes como la llamada “loca Eva” o Daniel “Come nunca” eran habituales en este espacio ó el “Tata” cuando llegaba y le pedía una “tiza” como le llamaba al cigarrillo que en algunos momentos del día degustaba.

En nuestra memoria el querido viejo Rosendo estará siempre, como Don Manuel y los Peluqueros al tiempo que el Sapo Vallejos, todos ellos personajes presentes e inolvidables en cuyos comercios transcurrió mucho de nuestra infancia y juventud.

Hablar de ellos y de sus costumbres y aficiones es necesario e impostergable si queremos recordar a nuestro PATAPO.

 

Gracias Totales a Ellos.

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